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Gustavo Adolfo Bécquer

by - 4/16/2014

Amor eterno

Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal.
¡Todo sucederá!
Podrá la muerte
cubrirme con su fúnebre crespón;
pero jamás en mí podrá apagarse
la llama de tu amor.

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 RIMA XVII


 Hoy la tierra y los cielos me sonríen, 
hoy llega al fondo de mi alma el sol, 
hoy la he visto... La he visto y me ha mirado... 
        ¡Hoy creo en Dios!

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RIMA XIX


  Cuando sobre el pecho inclinas 
la melancólica frente, 
una azucena tronchada 
        me pareces.

  Porque al darte la pureza 
de que es símbolo celeste, 
como a ella te hizo Dios 
        de oro y nieve.

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Dices que tienes corazón, y sólo
lo dices porque sientes sus latidos.
Eso no es corazón...; es una máquina,
que, al compás que se mueve, hace ruido.

* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * 

RIMA XXX


Asomaba a sus ojos una lágrima 
y a mi labio una frase de perdón; 
habló el orgullo y se enjugó su llanto, 
y la frase en mis labios expiró.

Yo voy por un camino; ella, por otro; 
pero, al pensar en nuestro mutuo amor, 
yo digo aún: —¿Por qué callé aquel día? 
Y ella dirá: —¿Por qué no lloré yo?

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 RIMA XXI


—¿Qué es poesía?, dices, mientras clavas 
en mi pupila tu pupila azul, 
¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas? 
Poesía... eres tú.

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